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jueves, noviembre 06, 2008

Secuestro Nacional





Una idea clara, precisa y compacta con la que podemos concebir al Estado es mediante la división clásica de: territorio, población y gobierno. Bajo esta organización vivimos desde hace más de un siglo. De esta manera, casi por inercia, somos mexicanos al ser registrados como tales al momento de nacer. ¿Cómo será defendido el territorio y explotados sus recursos para beneficio de los pobladores? Por el monopolio de la violencia y el ejercicio de la economía. El primero no es tan evidente para muchos — aunque basta recordar quienes desfilan el 15 de Septiembre en el Zócalo de la ciudad para darse cuenta de ello: los militares— Entonces, las funciones del gobierno, y sin que pueda interpretarse como un acto simplificador, son dos: garantizar la seguridad de los habitantes del territorio mexicano y explotar sus recursos en beneficio de los mismos. Dicha explotación debe contribuir a satisfacer las necesidades básicas de sus habitantes y fomentar al crecimiento y desarrollo. Es por ello que al hablar del petróleo (empleado como recurso energético) nos referimos a un tema que por derecho nos corresponde a todos en el país.

Las leyes fueron elaboradas para mantener la concordia entre las personas, así que atentar contra el petróleo es atentar contra nosotros mexicanos quienes debemos utilizarlo para nuestros intereses. El acto de ceder la explotación de este recurso a empresas extranjeras bien podría considerarse como una traición; ya que hay un abuso de confianza por parte de los mandatarios en los que se deposita la confianza, siendo la política un acuerdo entre población y gobierno en el que los primeros elegimos a un hombre que consideramos adecuado —tras un proceso riesgoso, poco efectivo y hasta podría decirse obsoleto— para mantener la organización del Estado (política y económicamente hablando).

Desafortunadamente, en este país llevamos un par de años viviendo algo que no pedimos pero que de todas formas tuvimos que recibir. No hablo de un presidente electo, sino de un gerente impuesto por empresas privadas que ostentan gran poder adquisitivo y en consecuencia: influencia en las decisiones políticas. Y así, como señala el notable filósofo Julián Meza: “la patria desaparece cuando deja de existir en los hechos, y sólo los idiotas siguen creyendo que es inmortal o eterna…”; la nuestra fue secuestrada por un grupo de empresarios que, a costas del país, evitaron perder a toda costa una serie de privilegios que el gobierno «diestro» les concede.



¿Quiénes somos México y que debemos hacer contra la reforma?



R: todos los que vivimos bajo las leyes de este país (y hasta los que no lo hacen pero lo habitan…)

Rechacemos esta medida organizadamente:



-Hagamos campañas de información clara y precisa para la población donde señalemos las consecuencias de la reforma. Será importante guardar la calma, enfriar el temperamento y no tratar el asunto con burla, coraje y/o resignación, sino de manera inteligente, sensata y efectiva.



-Formemos grupos de protesta con sectores claves: servicios públicos tales como transporte (camiones, metro, taxis), salud (IMSS, ISSTE), educación (primarias, secundarias, preparatorias, universidades), compañías de luz y agua, servicios de limpieza, medios de comunicación (radio, televisión, internet), referentes que apoyen la causa y tengan influencia en la sociedad (músicos, pintores, escritores, actores, futbolistas).



Cómo sea, pero no callados y recibiendo lo de siempre: pura mierda.

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