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lunes, junio 28, 2010

Crónica desde una isla de terror. Gerardo Albarrán de Alba.

Si Tamaulipas tiene dueño es, además del cártel del Golfo, el gobernador Eugenio Hernández. ¿Y qué es Tamaulipas hoy sino la humillante, dolorosa necesidad ciudadana de agachar la cabeza u ocultarla, so pena de sucumbir entre la violencia del crimen organizado y la autarquía implacable del mandatario priista? Estado-espejismo donde la vida ya no se vive, donde la insólita comodidad de la autoridad estatal sólo es equiparable a la inaudita libertad e impunidad con que actúan los narcotraficantes en el estado, Tamaulipas se apresta a la escenificación de una farsa electoral, favorecido el PRI por su mejor aliado: el miedo que impone la narcoviolencia.
VALLE HERMOSO, TAMPS., 28 de junio (Proceso).- El silencio es más hondo que una tumba. Cualquiera sabe lo que pasa, pero nadie dice nada. Pueblos enteros tomados durante días por el cártel del Golfo o por Los Zetas; casas y negocios quemados y saqueados; ataques relámpago a instalaciones policiacas o casas de seguridad; combates que duran toda la noche y matanzas a plena luz del día que no dejan otra huella que muros y vehículos acribillados, sangre en las aceras, porque las víctimas más tardan en morir que en desaparecer sus cadáveres; amenazas por doquier contra quienes no se conforman a la primera; secuestros, asaltos y cobro de cuotas a quien se deje, y todos se dejan para llegar a mañana como se pueda. La vida controlada en las comunidades disputadas mediante retenes y volantas en las calles y avenidas principales, lo mismo si rondan el medio millón de habitantes, como Reynosa y Matamoros, que si no llegan a 5 mil, como Burgos.
Que no, que aquí no pasa nada, son hechos aislados, corean el gobernador y la mayoría de los presidentes municipales, al costo de sembrar sospechas sobre ellos mismos. La gente ejerce el derecho de réplica en internet. Los llamados de auxilio se acumulan, se prodigan los reproches. La impunidad indigna. Los testimonios saben a congoja. Es el desamparo.
El convoy de más de 100 camionetas rotuladas CDG (Cártel del Golfo) y X M3 (Metro 3) llegó temprano a Valle Hermoso el miércoles 24 de febrero. El pueblo estuvo ocupado durante tres días de enfrentamientos a toda hora. Nomás chillaban los coches por las corretizas que pegaban. Nadie nos auxilió, ni el Ejército vino por más que lo llamaron. Hubo como 60 muertos. La historia se repitió el 6 de junio. Se fueron derecho a la preventiva y otros a la ministerial. Fue una matazón. Se llevaron a varios policías. Las entradas y salidas fueron bloqueadas, luego de varios días de rumores y tensión.
La violencia en el estado arreció a partir del primer asalto a Valle Hermoso, el mismo día en que una juez en Houston, Texas, sentenció a Osiel Cárdenas a un cuarto de siglo de prisión. Al día siguiente, en Ciudad Victoria se vaciaron las escuelas y las calles por los rumores de balaceras. El 11 de marzo lanzaron granadas y acribillaron las oficinas de la Policía Ministerial del Estado y de la Policía Preventiva. Hace apenas tres semanas, el 11 de junio, militares mataron a dos personas frente a la casa del procurador de Justicia, aunque la primera versión que se esparció por las calles es que el crimen ocurrió dentro.
Ni el gobierno se salva. Son varios los alcaldes abofeteados por los narcos, los altos funcionarios estatales despojados de sus aparatosos vehículos, los empleados federales impedidos de cumplir sus tareas. Ellos cobran la luz, el predial, el agua; se convirtieron en proveedores de servicios públicos. El gobierno del estado y los municipios sólo administran el desastre y trabajan con lo que les dejan, mientras se cuidan la espalda. ¿Ya notaron que el gobernador mandó pintar todas las unidades? Ahora son blancas, con logos grandes del gobierno del estado en el techo, para que no los confundan. Sólo así pueden salir a carretera seguros sin que los tiroteen desde los helicópteros de La Maña.
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La cotidianidad se mide en los calibres empleados y las granadas detonadas, el número de bajas, las horas de terror. Ser testigo da para meses de episodios que se adaptan al interlocutor en turno, siempre en el círculo más cercano, porque entre desconocidos no se pasa de una charla incidental. Con la prensa amordazada, policías coludidas o sometidas, y autoridades políticas indolentes o en plena fuga, el rumor alcanza la categoría de leyenda urbana. Si algo llega a salvar la censura, las versiones oficiales minimizan todo y los periódicos y noticiarios locales se avienen.
Nadie sabe cuándo le va a tocar, pero todos entienden que será un día de estos, mientras llevan a los hijos a la escuela o hacen las compras de la semana o se aventuran por caminos y veredas para cualquier diligencia ineludible. El imaginario se debate entre las ganas de creer que se puede seguir como si nada y el rezo interno porque no sea hoy, porque no sea a mí ni a los míos.
Desfigurada la normalidad, el miedo llena los vacíos y apela al sentido común como manual de sobrevivencia. Ver y callar, o mejor no ver para no tener que decir nada. La violencia no deja espacio para el autoengaño; la cantidad de historias es abrumadora: Nuevo Laredo, Nueva Ciudad Guerrero, Mier, Camargo, Comales, Díaz Ordaz, Reynosa, Río Bravo, Matamoros, Ciudad Valle Hermoso, San Fernando, Soto la Marina, Mante, González, Altamira, Ciudad Madero, Tampico y la capital, Ciudad Victoria, registran más de medio centenar de choques y masacres en los últimos seis meses. Son los que se notan. Aquí la muerte no toma asueto.
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Imposible mimetizarse en cualquiera de estos pueblos, donde todos se conocen. Nadie que sea un extraño lo puede disimular, y menos aquí, entre paredes tres veces descascaradas a balazos y el asesinato del que muy probablemente habría sido el siguiente alcalde de Valle Hermoso, una tras otra entre febrero y junio. El visitante despierta a su paso una mezcla de curiosidad y sentido de alerta entre los lugareños que lo estudian de soslayo.
Las personas comunes no resisten alusión a la tragedia, menos una pregunta directa. Desvían la mirada y bajan la voz para cambiar de tema. Con suerte, después de un rato de nimiedades, la desconfianza en el forastero se agrieta y las historias fluyen como catarsis, pero sin nombres; fechas y lugares, apenas aproximados. Nada que identifique a las víctimas ni a quien ha dejado de ser prudente en un momento de desahogo.
En Ciudad Victoria, funcionarios públicos, políticos, académicos, periodistas o personajes notables se cuidan de cualquier postura comprometedora y recurren a los eufemismos: los enfrentamientos, los atentados, los secuestros, los asesinatos, la barbarie toda se llama evento; los narcos y sus sicarios son La Gente, La Maña, Las Comadres de Gloria, Los de la Letra. Para el Ejército son simples agresores.
La prensa es una parodia de sí misma. Primeras planas llenas de gacetillas, interiores rellenados con boletines. La página policiaca se atiene a los accidentes de tránsito; en otras condiciones, nadie sabría lo mal que se maneja en Tamaulipas. Radio y televisión son inocuas. Si ya la corrupción era consustancial al periodismo local, la guerra de los cárteles dividió lealtades. Algunos pagaron el precio: ocho reporteros fueron secuestrados el 8 de marzo; cinco de ellos aún no aparecen. Ahora todos están bajo la misma amenaza: plata o plomo. ¿Servir a unos o a otros? Mejor nadar de muertito, bendita sea la grilla local que permite reportear otras cosas. La Gente tiene sus voceros, reporteros que trabajan para ellos. Te llaman a la redacción; te dicen esto sí, esto no. Los narcos son los verdaderos editores de los periódicos, los jefes de información de los noticieros. A veces no nos tienen que hablar, ya sabemos de qué o de quiénes no tenemos que publicar nada. Hay listas, pero no alcanza. El problema es que no sabes realmente con quién estás hablando, sobre quién estás escribiendo. Vives con miedo a equivocarte.
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Los narcos presumen que son los buenos, lo malo es que no se sabe cuáles. La guerra entre El cártel del Golfo y Los Zetas no se limita al control de las plazas, va por las conciencias de quienes preferirían subordinárseles a cambio de recuperar un poco de paz. Emiten boletines de prensa para limpiar su imagen y denostar a sus enemigos; ejercen la censura previa en los medios y tiran línea a conveniencia; distribuyen volantes casa por casa y esparcen rumores en las redes sociales. La propaganda arraiga percepciones.
Una mujer arrastra la tristeza por la carretera. ¿Qué hace por aquí solita? ¿No sabe que es peligroso?, le preguntan los narcos desde su camioneta rotulada CDG o Z-40, da lo mismo. Llorosa, explica que le acaban de robar su auto y la abandonaron ahí. Súbase, le dicen. El carro era viejo, pero era todo lo que tenía. Es maestra, gana una miseria. Se conduelen. Le abren una maleta repleta de dólares. Métale la mano, agarre lo que quiera, la invitan. Tome más, todo lo que pueda, y cuente lo que aquí pasó. La historia tiene media docena de versiones, según la facción a la que favorece. En una, son dos mujeres jóvenes a las que ayudan a recuperar su troca y matan a los rateros. En todas, los narcos hacen justicia a los pobres.
Hasta la extorsión tiene una cara benevolente. Los narcos controlan toda la economía informal de las plazas que dominan intermitentemente, ora unos, ora los otros. Igual antes tenían que pagar mordidas al policía, al inspector. La Maña hizo una simplificación administrativa: Desde hoy sólo me pagan a mí, y yo me encargo de lo demás. Ningún funcionario vuelve a molestarlos.
Las costumbres se han perdido en Tamaulipas. Los paseos se limitan; las reuniones, mejor en casa. Se come en restaurantes por negocios. Se maneja con el radio apagado para escuchar a tiempo cualquier balacera. Se viste diferente: ni botas ni cinturón de hebilla ancha ni sombrero. Nada que asemeje al estereotipo del narco. Las camionetas y deportivos nuevos y más caros se quedan en las cocheras y se adquieren carritos modestos para el uso diario.
Los negocios cierran temprano, incluso en ciudades donde la violencia aún no es endémica. Si el bullicio del centro de la capital del estado se apaga a las nueve de la noche, en los pueblos la puesta de sol marca el toque de queda. La gente se guarda en su casa a veces más temprano. Algunas comunidades de la frontera chica no se han vaciado sólo porque se quedaron los que no pueden irse del otro lado del Río Bravo o a ninguna otra parte.
Trasladarse de un punto a otro del estado es un volado que nadie quiere perder. En los retenes militares las preguntas de rutina son pocas: ¿De dónde viene? De Victoria ¿A dónde va? A Valle Hermoso ¿Es de Tamaulipas? Sí, señor. ¿A qué se dedica? Soy profesor. Las respuestas y el tono adecuados reciben un lacónico “Pásele”. Viajar en un sedán polvoso ayuda.
Los bloqueos de los narcos son más rudos. No paran a todos, nomás a los que les parecen raros. Placa de otro estado equivale a semáforo rojo. Moverse en una suburban o una cuatro por cuatro es invocar la desgracia. Más vale convencerlos de que no representas ninguna amenaza, aunque cada vez es más difícil. La guerra tiene nuevos actores. La respuesta de Los Zetas a la alianza entre el cártel del Golfo, el cártel de Sinaloa y La Familia michoacana ha sido reclutar maras salvatruchas. Los refuerzos vienen de Honduras o El Salvador. Son jóvenes, todos tatuados. Se va a poner peor. La sociedad está a dos fuegos y lucha por su vida sin armas. Pero hay quienes están pasando a otra fase y construyen pequeños ejércitos privados. Quienes tienen con qué, ya lo están haciendo. Conozco a un empresario de Tampico que contrató a una docena de mercenarios israelíes. Estamos a un tris de que esta guerra delimitada entre cárteles se convierta en una guerra civil, todos contra todos.

jueves, junio 24, 2010

¡Mexicanos pecho a tierra!

David Aponte. Periodista, Jefe de Información de W Radio.
La violencia del crimen organizado, la cultura del narcotráfico, la psicosis de los operativos, las persecuciones de los sicarios, se han metido a las aulas de México. Desde hace algunos años, los mexicanos hemos visto imágenes de niños que son levantados en vilo para sacarlos de una zona de riesgo, a padres de familia asustados que se arremolinan en las entradas de las escuelas para recoger a sus hijos, a maestras que cargan pequeños y se resguardan contra las paredes de las calles, patios escolares vacíos por el ausentismo de quienes tienen miedo de toparse con los criminales.
Las fotos galerías del pánico en las instituciones educativas recorren distintas zonas del país: los estados del Norte, el Bajío, el Pacífico. Ahora somos testigos de la existencia de protocolos de seguridad para los estudiantes, de gobiernos que ceden al miedo y por decreto adelantan el cierre del calendario escolar, autoridades que adelantan las vacaciones de verano para que los niños se queden seguros en sus casas. Es la política del miedo y de la impotencia ante una de las responsabilidades de las autoridades: garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Tijuana, Baja California, nos dio las primeras imágenes de niños que corrían entre agentes federales, locales y militares que empuñaban rifles de alto poder. Los escolapios huyen con sus manos en los oídos. Los agentes toman a los menores y los sacan de la zona de peligro; en una mano llevan el fusil y en otra a los pequeños. “Más de tres horas duró el fuego cruzado entre sicarios del cártel de los Arellano Félix y efectivos policíacos y militares, con saldo de un presunto delincuente muerto, cuatro detenidos y cuatro agentes heridos; en el operativo decomisaron un arsenal. En la casa donde los criminales se encontraban se hallaron seis personas ejecutadas. En medio de las balas desalojaron un kínder”, resume en enero de 2008 la portada de un diario editado en la ciudad de México.
Ciudad Juárez, Chihuahua, nos ofreció una nueva estampa del terror en octubre de 2009: una escuela de los suburbios se ha convertido en una suerte de orfanato. Decenas de niños han perdido a sus padres en medio de la guerra contra el narcotráfico, en medio de las sangrientas disputas de los cárteles de la droga, de los ajustes entre las bandas del crimen organizado. Otros chicos del mismo colegio juegan a ser sicarios; llevan pistolas de plástico y someten a sus compañeros de clase. Las autoridades escolares se asustan, pero no dicen nada. Los maestros son objeto de extorsiones y tienen miedo.
Tepic, Nayarit, nos aportó en junio 2010 un nuevo elemento del miedo de las autoridades ante el avance de los grupos criminales. El gobernador priísta Ney González decretó el fin del ciclo escolar con tres semanas de anticipación frente a los hechos de violencia que se han registrado en el estado. La Secretaría de Educación Pública federal se opuso, quizá como una manera de no ceder la plaza ante las amenazas del crimen organizado, pero el mandatario estatal no dio un paso atrás. La medida se tomó frente a la “psicosis y pánico que se originó (el fin de semana pasado) en la entidad”, argumentó Olga Margarita Uriarte Rico, secretaría de Educación Pública estatal.
Monterrey, Nuevo León, cerró una parte del círculo en junio de 2010 con la confección de un Manual y Protocolo de Seguridad Escolar, que contiene medidas de protección civil en caso de accidentes, incendios, fugas de gas, amenazas de bomba, contingencias meteorológicas disturbios y despliegues de las fuerzas de seguridad. Por primera vez, las autoridades locales ofrecieron a los profesores una serie de recomendaciones, acciones preventivas en caso de un escenario de violencia del crimen organizado:
“Al escuchar detonaciones en el perímetro escolar, el maestro de inmediato ordenará asumir la posición de agazapado o pecho a tierra para todos los alumnos. Aquellos niños con capacidades diferentes serán ayudados de inmediato por el maestro o los compañeros más próximos. En todo momento el maestro calmará a los alumnos para que no entren en pánico. En ningún momento se permitirá la salida del salón hasta el arribo de una autoridad o el directivo lo indique. Evitar que por la curiosidad de los niños se asomen a las ventanas. Si existen padres de familia, ingresarlos al área más cercana a los alumnos. Evitar contacto visual con los agresores. Evitar tomar video o fotografías (si la persona es vista haciendo esta acción puede provocar a los delincuentes)”.
Las fotografías de los últimos años nos dejan ver una terrible realidad: la convivencia con una nueva cultura impuesta por el crimen organizado, en un país donde los niños y los adultos tenemos que tirarnos pecho a tierra para salvar algo del pedazo de México que nos queda.

viernes, junio 18, 2010

EL IGNORANTE DE ARCE TELEVISA Y SARAMAGO

sábado, junio 12, 2010

Ponentes en la presentación del libro de AMLO

Arnaldo Córdova presentación del libro de AMLO



José María Pérez Gay presentación del libro de AMLO



Lorenzo Meyer en la presentación del Libro de AMLO



Elena Poniatowska presentación del libro de AMLO




Luís Javier Garrido Excelente discurso en la presentación del libro de AMLO



Rogelio Ramírez de la O en la presentación del libro de AMLO



Armando Bartra en la presentación del libro de AMLO

viernes, junio 11, 2010

AMLO presentación la Mafia que se adueño de México

Andrés Manuel López Obrador Presentación de su Libro la Mafia que se adueño de México y el 2012




Audio http://bit.ly/bca9QI

Texto http://bit.ly/bY3Yfj

Vía @radioamlo

jueves, junio 10, 2010

¿ Donde Esta Don Diego ?‏

¿ DÓNDE ESTÁ DON DIEGO ?

Por el Profr. y Lic. MIGUEL TREVIÑO RÁBAGO


LOS HOMBRES llegaron por la noche al Rancho del
ex-presidente. Iban en elegantes camionetas y resguardados por hombres
armados. Habían sido invitados para discutir un asunto cuya urgencia
ameritaba su presencia en la casa del hombre que pretendía imponer su
candidato en las próximas elecciones presidenciales. La guerra estaba
declarada y era feroz. El ex-presidente estaba decidido a imponerse
por encima del gobernante en turno que ya no le contestaba ni el
teléfono, cuando lo buscaba para solicitarle un favor.



SILENCIOSAMENTE los hombres del ex-presidente fueron
entrando en la sala principal donde eran recibidos con un fuerte
apretón de manos y un abrazo por parte del hombre de gran estatura. A
su lado, como siempre, estaba su infatigable esposa que a pesar de ser
tan chaparrita, desbordaba gigantescas ambiciones por el Poder. Eran
la pareja dispareja pero políticamente muy activos había decidido
adelantarse en la sucesión presidencial organizando prácticamente un
"complot". No podían aceptar el quedarse "fuera de la jugada".



AL ENTRAR el hombre que vestía siempre de ranchero, los
llamaba por su nombre en forma entusiasta: ¿Cómo estás Manuel?
¡Bienvenido Santiago! ¿Qué pasó contigo Fernando? ¡Mi amigazo Diego
que bueno tenerte en casa! ¡Señor Obispo es un honor tenerlo aquí!
¿Cómo está el Cardenal? y así fueron llegando los trece invitados que
habían sido seleccionados cuidadadosmente, luego de considerar su
influencia política y sobre todo su lealtad al ex-presidente. Todo era
jolgorio, risas y bromas acerca de su apariencia o sus últimas
actuaciones políticas. Las burlas entre ellos no podían faltar, pero
siempre guardando las distancias.



EL ANFITRIÓN los invitó a pasar a su estudio donde
podrían instalarse cómodamente para dialogar. Conforme fueron pasando
les fue ofrecida una copa de su bebida predilecta que sostenían en
charolas, dos asistentes a la entrada del espacioso salón que servía
al ex-presidente para de vez en cuando leer un periódico con sus botas
sobre el escritorio. Así eran sus costumbres rancheras. Había allí
cientos de libros que jamás serían abiertos por nadie de la casa.
Invitando a todos a tomar asiento donde fuera su gusto, el grupo se
instaló no sin antes brindar por el éxito de los planes que estaban
por discutirse esa noche.



EL EX-PRESIDENTE agradeció la presencia de "sus amigos
más leales" y sin rodeos les planteó el asunto que les congregaba: Mis
amigos -dijo- tenemos que ponernos de acuerdo para impulsar al
compañero de nuestro grupo, que merece ser el próximo Presidente de la
República. Ya he intentado hacerle la propuesta al "Chaparro" pero el
cabroncito -ya saben- ha llegado al extremo de no hacerle caso a
nadie. Me comentan que todos los días agarra su botella y termina
ahogado gritando e insultando a todos los que según él, lo han
traicionado. Lo peor, es que él se cree con derecho de imponer al
próximo Presidente sin reconocer que ya desgració al Partido y al
país. Vean el desmadre que hay a nivel nacional. Así que, ó le ponemos
un "gallo" nuestro o nos lleva la china hilaria....Con éste hasta
fraude hicimos y miren con lo que nos salió.....



A PARTIR de ese momento, todos los asistentes
parecieron animarse y empezaron uno por uno a expresar sus opiniones.
Manuel se quejó de que estaba a punto de ser expulsado del partido por
expresar opiniones contrarias y hasta expediente le habían abierto;
Santiago manifestó que él seguía aspirando a la presidencia, pero que
entre el "chaparro" y las televisoras no perdían oportunidad de
golpearlo, al grado de destrozarle hasta su vida familiar; Fernando
señaló que él ya había renunciado al Partido porque era una verguenza
que el titular del Gobierno un día se comprometía en algo, y al
siguiente se rajaba, por su falta de palabra y de hombría; El Obispo
presente, un multimillonario cínico, casi a gritos dijo que la
Jerarquía estaba indignada por tanto libertinaje propiciado desde el
gobierno que no se decidía a modificar a fondo las leyes que estana
"corrompiendo" a la sociedad mexicana....



DIEGO EL JEFE, con ese aire aristocrático que lo
caracterizaba, le dió una chupada a su habano de la mejor calidad, se
puso de pié y recorriendo con la mirada a todos, dijo en tono grave:
Señores, respetable Señora, creo que nuestro señor Presidente ha
cometido el más grave de los pecados. Y ese es la Soberbia. Se ha
olvidado todo lo que hicimos, legal e ilegalmente, para sentarlo en
esa Silla Presidencial. Está hinchado de soberbia y prepotencia y es
hora de darle una lección. Lo que está haciendo es entregar la próxima
presidencia a los del partido tricolor y eso no se lo podemos
permitir. O una de dos: O entiende por las buenas y nos toma en
cuenta, o por la malas le declaramos la guerra y nos apoderamos del
Partido. Ya de allí saldrá el candidato que nosotros sabemos es el
mejor. No hay vuelta de hoja, aquí a ser cabrones, nadie nos gana,
dicho todo esto, con todo respeto, para la dama presente.



EL EX-PRESIDENTE sonrió satisfecho. Su esposa más
discreta aprobó con un movimiento de cabeza lo dicho por Don Diego que
era un hombre con reputación de duro y bueno para el golpeteo
político. Los asistentes apuraron el trago a sus copas, y alguno hasta
hizo el intento de aplaudir, pero se contuvo. No era el momento. Sin
embargo, Diego el Jefe, no había terminado. Tomó airé y pidió
atención: Señores, estamos a tiempo; aquí ni el señor que está en el
Palacio Nacional ni nadie es dueño del país. En este barco vamos todos
y todos tenemos el derecho de ser escuchados. Es una verdadera
majadería que ni siquiera a nuestro ex-presidente le tome una llamada
éste mentecato que nos ha llevado a una "guerra" sin estrategia y por
la cuál nos hemos desprestigiado nacional e internacionalmente. Es la
hora de ponerle un hasta aquí a éste señor Presidente. Y terminó
diciendo: Si le quieren llamar complot, que lo llamen, pero esto no
puede continuar así. Así como paramos en seco a López Obrador, así
vamos a parar en seco a los tricolores que se mueren por meter al
señor ese del copetito ridículo en la residencia oficial.



NO LEJOS de allí, en una cabañita estratégicamente
construída, tres técnicos en comunicaciones escuchaban la conversación
de los congregados. Su asombro era total y rápidamente comunicaron a
sus superiores, la naturaleza de la reunión y la calidad del material
que habían recopilado. El asunto era de de máxima seguridad y debería
ser entregado al Presidente en turno para su conocimiento y toma de
decisiones. Cuando la reunión en el rancho cercano finalizó, los
"espías" tenían dos horas de conversaciones y propuestas. Lo peor,
tenían los nombres de los presentes y ausentes que compartían sus
proyectos en el corto plazo. El material era explosivo y muy delicado.



SIN EMBARGO a la mañana siguiente, el mandatario
"crudo" y medio aturdido escuchó la insólita grabación. Después de
todo para eso se había montado un sistema nacional de espionaje
político con el pretexto de combatir a la delincuencia organizada. Sin
embargo, al escuchar las conversaciones en el rancho del
ex-presidente, no pareció inmutarse y dió una orden sorprendente a uno
de los oficiales que lo acompañaban en su desayuno: "Entréguele una
copia de este material al Gobernador del copetito ridículo que allí
mencionan. El ya sabrá que hacer y que medidas tomar". El oficial se
quedó helado al escuchar eso y sólo acertó a decir: Sí señor.



UNA SEMANA después la camioneta del señor Diego
apareció abandonada en un camino de terracería que lleva a su
mansión-rancho. La prensa informó que había rastros de sangre, pero no
aparecía el cuerpo de Don Diego, el mismo que se había expresado
fuerte contra el regreso de los tricolores al Palacio de la República
y particularmente a la imposición del hombre del copetito ridículo. Es
fecha que nadie sabe dónde está el señor Diego. Pero lo más extraño es
que todos los asistentes a la reunión, recibieron un pequeño sobre con
una tarjeta dentro que decía: "Para que aprendan a respetar".



CUALQUIER comentario, relacionado con ésta columna, le
agradecemos hacerlo llegar a nuestros correos electrónicos:

trabago49@hotmail.com /
elobservadorpolitico@hotmail.com



Cd. Reynosa, Tamaulipas; Mayo 19 de 2010.

sábado, junio 05, 2010

Cobertura ABC en contra de la injusticia, a un año de la tragedía

ABC marcha Niña hablando sobre el Caso de la Guardería via @claudia_ag



ABC recordando a uno de los niños de la guardería Vía @Claudia_Ag



ABC a un año de la tragedia habla mama de Alonso García




ABC a un año de la tragedia ceremonioa ante la SCJN



ABC Frases que decía Emilia Fraijo Navarro 3 años #GuarderiaABC #JusticiaABC (Vía Claudia_AG)



ABC Frases que decían Ma Magdalena Millán García de 2 años y Juan Israel Fernandez Lara de 3 añitos

jueves, junio 03, 2010

miércoles, junio 02, 2010

Nueva entrega de Un trabajador, una historia Cayetano



Nombre: Cayetano Cabrera Esteva

En huelga de hambre desde: 25 de Abril

Edad: 46 años

Puesto enLyFC: Ingeniería eléctrica – proyectista

Me acerco a Cayetano sorteando hileras de catres vacíos. De un día para otro pareciera que el campamento ha sido barrido por el huracán de las ausencias. Los huelguistas se levantan cada vez menos para conservar su energía y permanecen acurrucados en sus catres, los ojos cerrados, los brazos sobre el vientre para resguardarlo de los espasmos, las manos frías, la vida que irremediablemente se les escapa en un goteo continuo de minutos y horas. Solo diez huelguistas permanecen en la primera carpa, la grande, la que más he frecuentado, donde un día hubo treinta y seis hombres. Son tal vez los más fuertes, los más determinados. O los más afortunados, los que han escapado, de momento, a las infecciones y malestares graves. ¿Afortunados? Cayetano se pregunta conmigo si es un hombre afortunado, o si, por el contrario, está marcado por la mala estrella. Ya le tocó la privatización de los ferrocarriles hace más de diez años. Ahora, y aunque parezca imposible, vuelve a enfrentarse a lo mismo: otra privatización por sorpresa. Con la diferencia de que esta vez el líder sindical no está vendido: esta vez sí podemos, dice. No sé por qué, me viene a la mente una frase que leí en el único libro de Pablo Coehlo que me gusta, El Alquimista: que lo que acontece una vez, seguramente no se repita nunca, pero lo que ocurre dos veces ocurrirá con casi total seguridad una tercera.

Cayetano se ve muy solo en su catre. Lo rodean los catres vacíos de todos los compañeros que entraron el 25 de Abril y ya tuvieron que irse. Solo dos huelguistas del primer día permanecen en pie: Cayetano es uno de ellos. La segunda fila, la del día 26, está vacía, y la del 27 presenta cada vez más huecos. Solo la fila del 28 resiste, compactada y sin bajas entre los suyos. Observo que cuando una ausencia divide una fila el resto de huelguistas es más susceptible a marcharse. No son inmunes a la desesperación ni a la soledad. Una fila de amigos, en cambio, resiste más tiempo. Ahora, con tantos huecos, hay más espacio para sentarse y hacer entrevistas. Cayetano me ofrece la estructura metálica del catre contiguo –vacío ya, sin ocupante ni colchón-, sobre el que ha colocado unas toallas para “sus visitas”.


Termina esta historia y lee muchas otras http://www.untrabajadorunahistoria.blogspot.com/