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domingo, febrero 08, 2009

el gobierno cae debido a las movilizaciones de masas Escrito

Islandia: el gobierno cae debido a las movilizaciones de masas
Escrito por:
Niklas Albin Svensson
Las
protestas en la capital Reikiavik han sacado a miles de personas a las
calles en las manifestaciones más grandes de la historia del país. Como
resultado la coalición de gobierno entre el Samfylkingin
(socialdemócratas) y el Partido Conservador de la Independencia se ha
roto. El gobierno de Islandia es el primero en caer como consecuencia
de la actual crisis económica. No será el último.
Jóvenes y trabajadores han protestado en las calles de Reikiavik
desde que la crisis golpeó el pasado mes de octubre a Islandia. El
viernes 23 de enero, el primer ministro islandés, Geir H. Haarde,
utilizando como excusa su mala salud, convocó nuevas elecciones para el
9 de mayo y dijo que no se presentaría de nuevo. Hasta ese momento
seguirá como primer ministro. El domingo, el ministro socialdemócrata
de comercio, salió del gobierno después de despedir al organismo
encargado de la regulación financiera. Lo responsabilizó de la crisis y
pidió nuevas elecciones. El mismo día, el vicepresidente
socialdemócrata del Banco Central dimitió. El Partido Socialdemócrata
parece que sale del gobierno por la puerta trasera. El lunes, la
coalición finalmente cayó después de una reunión de los socios de
coalición.
El primer ministro dice que los socialdemócratas se no colaboran y
que el partido realmente son tres partidos diferentes. Según Haarde,
los socialdemócratas estaban exigiendo el puesto de primer ministro, lo
que él no considera razonable. También criticó a la dirección
socialdemócrata por no tener la fuerza necesaria para completar la
coalición. Lo que quiere decir es que el partido está bajo la presión
de las masas.
Las protestas de masas en las calles de Reikiavik
Desde el plan de rescate y adquisición de los bancos islandeses en
octubre, se han producido protestas semanales fuera del parlamento
organizadas por el movimiento "Voces del pueblo". En ausencia de una
genuina dirección de la clase obrera, un grupo de intelectuales y
personalidades de la cultura han asumido la dirección de este
movimiento.
El Partido Socialdemócrata, el partido tradicional de la clase
obrera, formaba parte del desacreditado gobierno contra el que iban
dirigidas las protestas y esperaba seguir como la situación "normal"
apelando a la unidad nacional. El Partido Verde, aunque fuera de la
coalición, se había perdido en el reformismo pequeño burgués y le pilló
totalmente por sorpresa el inicio del movimiento. Los sindicatos
actuaron de una manera similar a los socialdemócratas y, originalmente,
comenzaron a negociar con el gobierno una nueva legislación laboral.
Como en muchos otros países, la dirección de la clase obrera ha perdido
el contacto con la base social de su partido.
Las protestas continuaron cada sábado durante todo el otoño,
atrayendo a 2.000-3.000 participantes. A finales de noviembre hubo
signos que indicaban que las protestas comenzaban a tener un efecto.
Los sindicatos exigieron la dimisión de varios ministros. También en
diciembre los jóvenes protestaron todos los sábados. Los manifestantes
el día de Año Nuevo interrumpieron la emisión de televisión tradicional
de los partidos políticos. Después, en un congreso del liberal Partido
Progresista (con base entre los campesinos) celebrado el 17 de enero,
se eligió un nuevo líder que comenzó a defender la ruptura de la
coalición.
El movimiento no se limitó a las protestas. Comenzó un proceso de
discusión entre los participantes que intentaban comprender lo que iba
mal. La gente quiere un mayor control de sus dirigentes, quieren el
final de la corrupción y el nepotismo que han protagonizado unos
cuantos ricos que ahora pretenden que los demás paguen la factura.
Como sucedió en la revolución de Venezuela comenzaron a defender la
necesidad de una nueva constitución, los islandeses ahora reclaman la
gestión de su país. En el último medio año ha habido muchas reuniones
por todo el país en las que se ha discutido la crisis económica. Se
invitó a ministros para que explicaran sus acciones pero fracasaron sus
intentos de culpar al sistema financiero y Gordon Brown. En cambio el
movimiento cada vez era más combativo y exigía la dimisión del gobierno.
La semana pasada
Cuando se reanudaban las sesiones parlamentarias el 19 de enero no
se puedo celebrar la sesión porque 2.000 manifestantes bloqueaban el
edificio parlamentario. Las protestas continuaron el martes, miércoles
y jueves. Se produjeron enfrentamientos violentos entre la policía y
jóvenes manifestantes. Aunque, como en Grecia, la juventud ha dominado
las protestas, está claro que cuentan con la simpatía de los
trabajadores. Algunos centros de trabajo incluso enviaron delegaciones
a las manifestaciones.
Muchos por arriba esperaban que con la dimisión del primer ministro
el viernes se calmara la furia de las masas. Parece probable que su
anuncio estuvo motivado por el miedo a la manifestación del sábado. En
lugar de calmar el ambiente lo que consiguió fue envalentonar a las
masas. Una manifestante escribía lo siguiente en su blog:
"La energía era increíble, muy diferente de la fuerte corriente
subterránea de rabia, desesperanza y desesperación que ha prevalecido.
Es como nuestra última victoria [la intención de convocar elecciones
del primer ministro], ha provocado una tremenda energía y euforia, la
manifestación de ayer fue como una celebración. Fue fantástico, en un
momento cambió la historia de nuestra nación". (Power to the People. The Iceland Wather Report. 25/1/09).
La mayor protesta en la historia de Islandia reunió a unas 5.000
personas. La consigna más popular era: "gobierno incompetente" y se
cantaban canciones nacionales en las que se reivindica el derecho del
pueblo al país. Las protestas precedentes y las esporádicas del domingo
se celebraron frente a la sede del Banco Central, exigiendo la dimisión
de su consejo de administración. Durante las protestas el primer
ministro mantuvo una posición firme contra los manifestantes e insistía
constantemente en que no dimitiría. Pero el lunes tuvo que hacerlo y la
base del Partido Socialdemócrata jugó un papel crucial.
El Partido Socialdemócrata y las organizaciones de masas
Durante el otoño las preferencias de los votantes experimentaron un
cambio rápido. El Partido Conservador Independiente perdió un tercio de
sus votantes y el Partido de la Izquierda Verde dobló sus votos. Pero
no era a costa del Partido Socialdemócrata que conseguía mantener su 27
por ciento del electorado. Si se hubieran convocado elecciones en ese
momento, la izquierda habría recibido el 60 por ciento de los votos.
Sin embargo, la dirección del Partido Socialdemócrata no está
interesada en esa perspectiva, prefiere mantenerse en la coalición
actual con la esperanza de que las protestas se apaguen. Pero las masas
no les siguen en sus deseos. Las protestas aumentaron y la presión
comenzó a acumularse dentro del propio partido.
Como en muchos otros países, la dirección de la clase obrera intenta
poner un freno al movimiento, "¡unidad nacional!" es la consigna de los
dirigentes socialdemócratas y sus aliados en el Partido Conservador
Independiente. El tipo de "unidad nacional" que tenemos en la mente y
que les permite atacar el estado del bienestar, aumentar los impuestos
para que devolver las deudas contraídas con los bancos extranjeros. El
presidente del Partido Socialdemócrata, también ministro en el
gobierno, lleva mucho tiempo defendiendo que al gobierno y se niega a
romper la coalición.
Precisamente esta posición ha hecho que el partido se hunda en las
encuestas. Como hemos visto, durante todo el otoño, el partido
conseguía mantener su apoyo aproximado del 27 por ciento. En las
últimas encuestas el partido ha perdido la mitad de sus seguidores a
favor del Partido Progresista, cuyo presidente apoya la ruptura de la
coalición.
Un partido en crisis
La base del partido pasó a la acción. El martes hubo una reunión de
la agrupación del partido de Reikiavik en la que se defendió la ruptura
de la coalición y nuevas elecciones esta primavera. El vicepresidente
del partido ha tenido que enfrentarse de manera más o menos abierta con
el presidente, cuando apoyó la exigencia de nuevas elecciones diciendo
que el partido "no debe temer a la nación". En la reunión, uno de los
participantes pidió la dimisión de todos los parlamentarios del partido
y recibió un estruendoso aplauso. La agrupación de Reikiavik representa
la gran mayoría de los militantes y esta división en la dirección del
partido es el resultado de la presión de los trabajadores que aún están
en la base del partido.
El jueves, Ingibjörg Sólrún Gísladóttir, presidente de los
socialdemócratas, comenzó a hacer ruido por el efecto que tendrían unas
nuevas elecciones. El viernes, los ministros socialdemócratas es
probable que presionaran al primer ministro para que convocara las
elecciones y dimitiese. Posteriormente, como hemos visto, dimitieron
dos dirigentes socialdemócratas, el Ministro de Comercio y el
vicepresidente del Banco Central, el primero atacando al gobierno y
defendiendo nuevas elecciones.
Así que ha estallado un conflicto abierto dentro de los
socialdemócratas, entre el ala de derechas que apoya la coalición con
los conservadores, y el ala de izquierdas más inclinada hacia el
Partido Verde de Izquierdas. La crítica del parlamentario Haarde de que
el partido se está partiendo en tres y que no puede cumplir sus
obligaciones debe ser considerada en este contexto. La clase dominante
está preocupada por el hecho de que los socialdemócratas, después de
años de servir lealmente a los intereses de la clase dominante, ahora
siente la presión de las masas y debe encontrar alguna forma de
expresión.
El Partido Verde de Izquierdas también ha girado a la izquierda en
Navidad y sus parlamentarios apoyaron abiertamente el movimiento,
incluso se unieron a las manifestaciones. Como resultado de su fracaso
a la hora de participar en las primeras etapas del movimiento, no han
pasado de los márgenes de las protestas, incluso sus figuras destacadas
han caído mucho en las encuestas.
Una economía en caída libre
Según The Economist, la economía islandesa se contraerá en
2009 por lo menos un 10 por ciento, con una tasa de desempleo que
aumentará por diez. La moneda ha caído un 50 por ciento, lo que ha
provocado una subida dramática de los precios de las importaciones.
Esto representa un ataque duro contra los niveles de vida.
Además, la deuda personal, como en muchos otros países, ha aumentado
tremendamente en el último período, movida por unos precios
inmobiliarios inflados. El fácil acceso al 100 por cien de las
hipotecas llevó a muchos jóvenes a endeudarse, ahora la lucha es pagar
esas hipotecas. La situación es peor debido a la extensión de préstamos
vinculados a la inflación y los denominados en euros. Un 20 por ciento
de inflación significa un aumento del 20 por ciento de la deuda de
todos los islandeses con préstamos basados en la inflación, una caída
del 40 por ciento de la moneda supone que todos los que tienen
préstamos en euros su deuda ha aumentado dos tercios. Las perspectivas
para la economía islandesa son sombrías. No es de extrañar que la
población esté furiosa con los políticos que han estado al mando y
permitido que esto ocurra.
El gobierno presta para el rescate de los bancos
La deuda del gobierno ha pasado del 29 al 109 por ciento del PIB.
Eso significa que la crisis bancaria ha costado a los islandeses un 80
por ciento de todo lo que se produce en el país durante un año. La
mitad de esta cantidad va a la devolución de la deuda acumulado por los
bancos en el último período. Un 25 por ciento del PIB se ha gastado en
"recapitalizar los bancos", es decir, sustituir el dinero que ellos han
gasto en devolver préstamos el año pasado. Otro 10 por ciento del PIB
se ha gastado en el Banco Central, cuyas reservas de divisas se han
hundido debido a la crisis bancaria. Es posible que parte de este
dinero se pueda recuperar con la venta de empresas que poseen los
bancos, pero en la actual situación económica esos activos también
bajan de valor.
El gobierno de Islandia es el primero de Europa que cae como
resultado de la crisis del capitalismo, pero no será el último. El
déficit del presupuesto gubernamental se calcula que el año próximo
será de un 10 por ciento, la deuda aumentará la misma cantidad. El FMI
no presiona al gobierno para que devuelva los préstamos el año próximo
pero sí quiere que en 2010 el gobierno comience a recortar el gasto o
aumente los impuestos, es decir, que los islandeses paguen la crisis.
Paul Thomsen, director del FMI, comenta que "podría ser la
reestructuración bancaria más cara que el mundo haya visto jamás con
relación al tamaño de la economía".
Los políticos islandeses intentan quitar importancia a los efectos
de la crisis, un portavoz del primer ministro dice que "confían
bastante en que tendremos los recursos para que la población pueda
mantener un nivel de vida razonable mientras pasamos lo peor". Las
cifras hablan por sí solas, la devolución de estos préstamos supondrán
aumentos de impuestos y recortes de los servicios públicos, un ataque a
los niveles de vida de la población islandesa que continuará en los
próximos años.
¡Qué los banqueros paguen la crisis!
La deuda externa de Islandia no la ha contraído la población
islandesa. La deuda no es el resultado de comprar automóviles de lujo o
invertir en servicios públicos. Es el resultado de la especulación de
una minúscula camarilla dentro de la población, que ahora huyen del
país a sus lujosas casas en el extranjero. Y ahora los bancos
multinacionales quieren que la población de Islandia pague el caos
hecho por esta minoría de super-ricos.
Los banqueros deben pagar la crisis, ¡no la población! Los
banqueros en Gran Bretaña, Alemania y Holanda deberían cobrar las
deudas a sus colegas islandeses, que ahora huyen del país. ¿Por qué la
población islandesa sufre los errores de una ínfima minoría?
Un programa socialista
El Partido Socialdemócrata y el Partido Verde de Izquierdas
necesitan defender un programa socialista. La única salida para los
trabajadores y los jóvenes de Islandia está en el socialismo. ¡Qué los
banqueros paguen la crisis! Arrebatemos todas las empresas a los
especuladores financieros. ¿Por qué los capitalistas deben mantener las
empresas rentables mientras el gobierno se hace cargo de los bancos no
rentables? Los pagos de devolución de la hipoteca deben estar a un
nivel razonable. Los que no puedan pagar que puedan mantener sus casas.
Sobre la base de un programa con este tipo de reivindicaciones, el
Partido Socialdemócrata y el Partido Verde de Izquierdas podrían ganar
las elecciones y garantizar el nivel de vida a los trabajadores.
La revolución islandesa
La esperanza de la clase dominante islandesa es que el movimiento
pierda impulso y que el nuevo gobierno sea capaz de calmar la
situación. Sin embargo, este proceso es improbable. En realidad, los
intentos de imponer congelaciones salariales por parte de las
asociaciones de empresarios y recortes al estado del bienestar al mismo
tiempo a costa del nivel de vida, es una receta acabada para la lucha
de clases. La lucha de este invierto es sólo el principio de las luchas
más combativas que están por venir.
A pesar de su pequeño tamaño, la población islandesa tiene la
oportunidad de dar a los pueblos de Europa un ejemplo. Podrían entrar
en la historia como la vanguardia de la revolución europea. Ya las
clases dominantes europeas miran con horror los acontecimientos en
Islandia. Pero así son los trabajadores. El gobierno de Islandia es el
primero en caer en Europa debido a la crisis del capitalismo y no será
el último. Las valientes acciones de los islandeses animarán a los
trabajadores de otros países a seguir su ejemplo.
Ya hemos visto cómo el Partido Socialdemócrata, el Partido Verde de
Izquierdas y los sindicatos han girado a la izquierda. Este es sólo el
principio. Para luchar por el mantenimiento de los niveles de vida, los
trabajadores necesitarán transformar sus organizaciones y convertirlas
en organizaciones de combate. La única manera de conseguirlo es
construyendo una corriente marxista dentro de las filas de las
organizaciones del movimiento obrero.
¡Qué los banqueros paguen su caos!
¡No a los despidos! ¡Trabajo para todos!
¡No al aumento de los pagos hipotecarios!
¡Por un gobierno de izquierdas con un programa socialista!
Febrero de 2009.

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