(tomado de La Jornada, lunes, 30 de agosto de 2010)
> http://www.jornada.unam.mx/2010/08/30/index.php?section=politica&artic
> le=002e1pol
>
> ENTREVISTA A FIDEL CASTRO
>
> Llegué a estar muerto, pero resucité
> ---Supe por el libro de López Obrador del saqueo y decidí escribir sobre ello
> Carlos Salinas es muy hábil; llegué a pensar que nunca trató de engañarme
> ---No dudo que más pronto de lo que imaginan habrá en México grandes cambios
> ---Hay que persuadir a Obama de que evite la guera nuclear
> ---No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más
> interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante
> comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía
> ---Puntualiza que su lucha principal ahora es crear un movimiento
> antiguerra nuclear
>
> por Carmen Lira Saade
>
>
> La Habana. Estuvo cuatro años debatiéndose entre la vida y la muerte.
> En un entrar y salir del quirófano, entubado, recibiendo alimentos a
> través de venas y catéteres y con pérdidas frecuentes del conocimiento…
>
> Mi enfermedad no es ningún secreto de Estado, habría dicho poco antes
> de que ésta hiciera crisis y lo obligara a hacer lo que tenía que
> hacer: delegar sus funciones como presidente del Consejo de Estado y,
> consecuentemente, como comandante en jefe de las fuerzas armadas de Cuba.
>
> No puedo seguir más, admitió entonces –según revela en ésta su primera
> entrevista con un medio impreso extranjero desde entonces–. Hizo el
> traspaso del mando, y se entregó a los médicos.
>
> La conmoción sacudió a la nación entera, a los amigos de otras partes;
> hizo abrigar esperanzas revanchistas a sus detractores, y puso en
> estado de alerta al poderoso vecino del norte. Era el 31 de julio de
> 2006 cuando dio a conocer, de manera oficial, la carta de renuncia del
> máximo líder de la Revolución cubana.
>
> Lo que no consiguió en 50 años su enemigo más feroz (bloqueos,
> guerras, atentados ) lo alcanzó una enfermedad sobre la que nadie
> sabía nada y se especulaba todo. Una enfermedad que al régimen, lo
> aceptara o no, iba a convertírsele en secreto de Estado.
>
> (Pienso en Raúl, en el Raúl Castro de aquellos momentos. No era sólo
> el paquete que le habían confiado casi de buenas a primeras, aunque
> estuviera acordado de siempre; era la delicada salud de su compañera
> Vilma Espín –quien poco después fallecería víctima de cáncer–, y la
> muy probable desaparición de su hermano mayor y jefe único en lo
> militar, en lo político, en lo familiar.)
>
> Hoy hace 40 días Fidel Castro reapareció en público de manera
> definitiva, al menos sin peligro aparente de recaída. En un clima
> distendido y cuando todo hace pensar que la tormenta ha pasado, el
> hombre más importante de la Revolución cubana luce rozagante y vital,
> aunque no domine del todo los movimientos de sus piernas.
>
> Durante alrededor de cinco horas que duró la charla-entrevista
> –incluido el almuerzo– con La Jornada, Fidel aborda los más diversos
> temas, aunque se obsesione con algunos en particular. Permite que se
> le pregunte de todo –aunque el que más interrogue sea él– y repasa por
> primera vez y con dolorosa franqueza algunos momentos de la crisis de
> salud que sufrió los pasados cuatro años.
>
> Llegué a estar muerto, revela con una tranquilidad pasmosa. No
> menciona por su nombre la divertículis que padeció ni se refiere a las
> hemorragias que llevaron a los especialistas de su equipo médico a
> intervenirlo en varias o muchas ocasiones, con riesgo de perder la
> vida en cada una.
>
> Pero en lo que sí se explaya es en el relato del sufrimiento vivido. Y
> no muestra inhibición alguna en calificar la dolorosa etapa como un calvario.
>
> Yo ya no aspiraba a vivir, ni mucho menos... Me pregunté varias veces
> si esa gente (sus médicos) iban a dejarme vivir en esas condiciones o
> me iban a permitir morir... Luego sobreviví, pero en muy malas
> condiciones físicas. Llegué a pesar cincuenta y pico de kilogramos.
>
> Sesenta y seis kilogramos, precisa Dalia, su inseparable compañera que
> asiste a la charla. Sólo ella, dos de sus médicos y otros dos de sus
> más cercanos colaboradores están presentes.
>
> –Imagínate: un tipo de mi estatura pesando 66 kilos. Hoy alcanzo ya
> entre 85 y 86 kilos, y esta mañana logré dar 600 pasos solo, sin
> bastón, sin ayuda.
>
> Quiero decirte que estás ante una especie de re-su-ci-ta-do, subraya
> con cierto orgullo. Sabe que además del magnífico equipo médico que lo
> asistió en todos estos años, con el que se puso a prueba la calidad de
> la medicina cubana, ha contado su voluntad y esa disciplina de acero
> que se impone siempre que se empeña en algo.
>
> –No cometo nunca la más mínima violación –asegura–. De más está decir
> que me he vuelto médico con la cooperación de los médicos. Con ellos
> discuto, pregunto (pregunta mucho), aprendo (y obedece)...
>
> Conoce muy bien las razones de sus accidentes y caídas, aunque insiste
> en que no necesariamente unas llevan a las otras. La primera vez fue
> porque no hice el calentamiento debido, antes de jugar basquetbol.
> Luego vino lo de Santa Clara: Fidel bajaba de la estatua del Che,
> donde había presidido un homenaje, y cayó de cabeza. Ahí influyó que
> los que lo cuidan a uno también se van poniendo viejos, pierden
> facultades y no se ocuparon, aclara.
>
> Sigue la caída de Holguín, también cuan grande es. Todos estos
> accidentes antes de que la otra enfermedad hiciera crisis y lo dejara
> por largo tiempo en el hospital.
>
> Tendido en aquella cama, sólo miraba a mi alrededor, ignorante de
> todos esos aparatos. No sabía cuánto tiempo iba a durar ese tormento y
> de lo único que tenía esperanza es de que se parara el mundo, seguro
> para no perderse de nada. Pero resucité, dice ufano.
>
> –Y cuando resucitó, comandante, ¿con qué se encontró? –le pregunto.
>
> –Con un mundo como de locos... Un mundo que aparece todos los días en
> la televisión, en los periodicos, y que no hay quien entienda, pero el
> que no me hubiera querido perder por nada del mundo –sonríe divertido.
>
> Con una energía sorprendente en un ser humano que viene levantándose
> de la tumba –como él dice– y con la mismísima curiosidad intelectual
> de antes, Fidel Castro se pone al día.
>
> Dicen, los que lo conocen bien, que no hay un proyecto, colosal o
> milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada y que
> en especial lo hace si tiene que enfrentarse a la adversidad, como
> había sido y era el caso.
>
> Nunca como entonces parece de mejor humor. Alguien que cree conocerlo
> bien le dijo: las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante.
>
> La tarea de acumulación informativa cotidiana de este sobreviviente
> comienza desde que despierta. A una velocidad de lectura que nadie
> sabe con qué método consigue, devora libros; se lee entre 200 y 300
> cables informativos por día; está pendiente y al momento de las nuevas
> tecnologías de la comunicación; se fascina con Wikileaks, la garganta
> profunda del Internet, famosa por la filtración de más de 90 mil
> documentos militares sobre Afganistán, en los que este nuevo navegante
> está trabajando.
>
> –¿Te das cuenta, compañera, de lo que esto significa? –me dice–.
> Internet ha puesto en manos de nosotros la posibilidad de comunicarnos
> con el mundo. Con nada de esto contábamos antes –comenta, al tiempo
> que se deleita viendo y seleccionando cables y textos bajados de la
> red, que tiene sobre el escritorio: un pequeño mueble, demasiado
> pequeño para la talla (aun disminuida por la enfermedad) de su ocupante.
>
> –Se acabaron los secretos, o al menos eso pareciera. Estamos ante un
> periodismo de investigación de alta tecnología, como lo llama el New
> York Times, y al alcance de todo el mundo.
>
> –Estamos ante el arma más poderosa que haya existido, que es la
> comunicación –ataja–. El poder de la comunicación ha estado, y está,
> en manos del imperio y de ambiciosos grupos privados que hicieron uso
> y abuso de él. Por eso los medios han fabricado el poder que hoy ostentan.
>
> Lo escucho y no puedo menos que pensar en Chomsky: cualquiera de las
> trapacerías que el imperio intente debe contar antes con el apoyo de
> los medios, principalmente periódicos y televisión, y hoy,
> naturalmente, con todos los instrumentos que ofrece la Internet.
>
> Son los medios los que antes de cualquier acción crean el concenso.
> Tienden la cama, diríamos... Acondicionan el teatro de operaciones.
>
> Sin embargo, acota Fidel, aunque han pretendido conservar intacto ese
> poder, no han podido. Lo están perdiendo día con día. En tanto que
> otros, muchos, muchísimos, emergen a cada momento…
>
> Se hace entonces un reconocimiento a los esfuerzos de algunos sitios y
> medios, además de Wikileaks: por el lado latinoamericano, a Telesur de
> Venezuela, a la televisión cultural de Argentina, el Canal Encuentro,
> y a todos aquellos medios, públicos o privados, que enfrentan a
> poderosos consorcios particulares de la región y a trasnacionales de
> la información, la cultura y el entretenimiento.
>
> Informes sobre la manipulación de los poderosos grupos empresariales
> locales o regionales, sus complots para entronizar o eliminar
> gobiernos o personajes de la política, o sobre la tiranía que ejerce
> el imperio a través de las trasnacionales, están ahora al alcance de
> todos los mortales.
>
> Pero no de Cuba, que apenas dispone de una entrada de Internet para
> todo el país, comparable a la que tiene cualquier hotel Hilton o Sheraton.
>
> Ésa es la razón por la que conectarse en Cuba es desesperante. La
> navegación es como si se hiciera en cámara lenta.
>
> –¿Por qué es todo esto? –pegunto.
>
> –Por la negativa rotunda de Estados Unidos a darle acceso a lnternet a
> la isla, a través de uno de los cables submarinos de fibra óptica que
> pasan cerca de las costas. Cuba se ve obligada, en cambio, a bajar la
> señal de un satélite, lo que encarece mucho más el servicio que el
> gobierno cubano ha de pagar, e impide disponer de un mayor ancho de
> banda que permita dar acceso a muchos más usuarios y a la velocidad
> que es normal en todo el mundo, con la banda ancha.
>
> Por estas razones el gobierno cubano da prioridad para conectarse no a
> quienes pueden pagar por el costo del servicio, sino a quienes más lo
> necesitan, como médicos, académicos, periodistas, profesionistas,
> cuadros del gobierno y clubes de Internet de uso social. No se puede más.
>
> Pienso en los descomunales esfuerzos del sitio cubano Cubadebate para
> alimentar al interior y llevar hacia el exterior la información del
> país, en las condiciones existentes. Pero, según Fidel, Cuba podrá
> solucionar pronto esta situación.
>
> Se refiere a la conclusión de las obras de cable submarino que se
> tiende del puerto de La Guaira, en Venezuela, hasta las cercanías de
> Santiago de Cuba. Con estas obras, llevadas adelante por el gobierno
> de Hugo Chávez, la isla podrá disponer de banda ancha y posibilidades
> de acometer una gran ampliación del servicio.
>
> –Muchas veces se ha señalado a Cuba, y en particular a usted, de
> mantener una posición antiestadunidense a rajatabla, y hasta han
> llegado a acusarlo de guardar odio hacia esa nación –le digo.
>
> —Nada de eso –aclara–. ¿Por qué odiar a Estados Unidos, si es sólo un
> producto de la historia?
>
> Pero, en efecto: hace apenas como 40 días, cuando todavía no había
> terminado de resucitar se ocupó –para variar–, en sus nuevas
> Reflexiones, de su poderoso vecino.
>
> “Es que empecé a ver bien clarito los problemas de la tiranía mundial
> creciente… –y se le presentó, a la luz de toda la información que
> manejaba, la inminencia de un ataque nuclear que desataría la
> conflagración mundial.
>
> Todavía no podía salir a hablar, a hacer lo que está haciendo ahora,
> me indica. Apenas podía escribir con cierta fluidez, pues no sólo tuvo
> que aprender a caminar, sino también, a sus 84 años, debió volver a
> aprender a escribir..
>
> “Salí del hospital, fui para la casa, pero caminé, me excedí. Luego
> tuve que hacer rehabilitación de los pies. Para entonces ya lograba
> comenzar de nuevo a escribir.
>
> El salto cualitativo se dio cuando pude dominar todos los elementos
> que me permitían hacer posible todo lo que estoy haciendo ahora. Pero
> puedo y debo mejorar... Puedo llegar a caminar bien. Hoy, ya te dije,
> caminé 600 pasos solo, sin bastón, sin nada, y esto lo debo conciliar
> con lo que subo y bajo, con las horas que duermo, con el trabajo.
>
> –¿Qué hay detrás de este frenesí en el trabajo, que más que a una
> rehabilitación puede conducirlo a una recaída?
>
> Fidel se concentra, cierra los ojos como para empezar un sueño, pero
> no... vuelve a la carga:
>
> No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más
> interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante
> comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía.
>
> ¿Cómo cuáles?
>
> –Como la conformación de todo un movimiento antiguerra nuclear –es a
> lo que viene dedicándose desde su reaparición.
>
> Crear una fuerza de persuasión internacional para evitar que esa
> amenaza colosal se cumpla representa todo un reto, y Fidel nunca ha
> podido resistirse a los retos.
>
> “Al principio yo pensé que el ataque nuclear iba a darse sobre Corea
> del Norte, pero pronto rectifiqué porque me dije que ése lo paraba
> China con su veto en el Consejo de Seguridad...
>
> Pero lo de Irán no lo para nadie, porque no hay veto ni chino ni ruso.
> Luego vino la resolución (de Naciones Unidas), y aunque vetaron Brasil
> y Turquía, Líbano no lo hizo y entonces se tomó la decisión.
>
> Fidel convoca a científicos, economistas, comunicadores, etcétera, a
> que den su opinión sobre cuál puede ser el mecanismo mediante el cual
> se va a desatar el horror, y la forma en que puede evitarse. Hasta a
> ejercicios de ciencia ficción los ha llevado.
>
> ¡Piensen, piensen!, anima en las discusiones. Razonen, imaginen,
> exclama el entusiasta maestro en que se ha convertido en estos días.
>
> No todo el mundo ha comprendido su inquietud. No son pocos los que han
> visto catastrofismo y hasta delirio en su nueva campaña. A todo esto
> habría que agregar el temor que a muchos asalta, de que su salud sufra
> una recaída.
>
> Fidel no ceja: nada ni nadie es capaz de frenarlo siquiera. Él
> necesita, a la mayor brevedad, CONVENCER para así DETENER la
> conflagración nuclear que –insiste– amenaza con desaparecer a una
> buena parte de la humanidad. Tenemos que movilizar al mundo para
> persuadir a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, de que evite
> la guerra nuclear. Él es el único que puede, o no, oprimir el botón.
>
> Con los datos que ya maneja como un experto, y los documentos que
> avalan sus dichos, Fidel cuestiona y hace una exposición escalofriante:
>
> –¿Tú sabes el poder nuclear que tienen unos cuantos países del mundo
> en la actualidad, comparado con el de la época de Hiroshima y Nagazaki?
>
> Cuatrocientas setenta mil veces el poder explosivo que tenía
> cualquiera de las dos bombas que Estados Unidos arrojó sobre esas dos
> ciudades japonesas. ¡Cuatrocientas setenta mil veces más!, subraya
> escandalizado.
>
> Esa es la potencia que tiene cada una de las más de 20 mil armas
> nucleares que –se calcula– hay hoy día en el mundo.
>
> Con mucho menos de esa potencia –con tan sólo 100– ya se puede
> producir un invierno nuclear que oscurezca el mundo en su totalidad.
>
> Esta barbaridad puede producirse en cosa de unas días, para ser más
> precisos, el 9 de septiembre próximo, que es cuando vencen los 90 días
> otorgados por el Consejo de Seguridad de la ONU para comenzar a
> inspeccionar los barcos de Irán.
>
> –¿Tú crees que los iraníes van a retroceder? ¿Tú te los imaginas?
> Hombres valientes, religiosos que ven en la muerte casi un premio...
> Bien, los iraníes no van a ceder, eso es seguro. ¿Van a ceder los
> yanquis? Y, ¿qué va a pasar si ni uno ni otro ceden? Y esto puede
> ocurrir el próximo 9 de septiembre.
>
> Un minuto después de la explosión, más de la mitad de los seres
> humanos habrán muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas
> derrotarán a la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar
> en el mundo, escribió Gabriel García Máquez con ocasión del 41
> aniversario de Hiroshima. Un invierno de lluvias anaranjadas y
> huracanes helados invertirán el tiempo de los océanos y voltearán el
> curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas
> ardientes... La era del rock y de los corazones trasplantados estará
> de regreso a su infancia glacial...
>
> No albergo la menor duda que habrá en México grandes cambios
>
> Dime, dime, ¿qué tanto está diciendo la mafia de todo lo que escribí?
>
> –No es sólo la mafia, ¿eh? Son más los desconcertados con esas
> Reflexiones, comandante. Ya ni qué decir del disgusto que le propinó
> al gobierno mexicano.
>
> –No tenia ningún interés de criticar al gobierno… ¿Para qué me iba a
> meter con el gobierno? ¿Por gusto? Si yo me dedicara a meterme con los
> gobiernos, a decir las cosas malas o equivocadas que considero que han
> hecho, Cuba no tendría relaciones.
>
> –Se dice que con sus elogios y reconocimiento abiertos, lo que usted
> dio a Andrés Manuel López Obrador fue el beso del diablo… y se
> preguntan por qué hasta ahora hace públicos tanto las declaraciones de
> Carlos Ahumada a la justicia cubana como detalles de su singular
> relación con Carlos Salinas de Gortari. Sospechan que habría una
> intención oculta.
>
> –No, no, no. Yo tuve la suerte de encontrarme con el libro de Andrés
> Manuel. Alguien me lo dio al final de la sesión de la Asamblea. Lo leí
> rápido y su lectura me inspiró a escribir lo que escribí.
>
> –¿Qué lo inspiró?
>
> –Enterarme de lo que han hecho con la tierra, con las minas; de lo que
> han hecho con el petróleo… Enterarme del robo, del saqueo que ha
> sufrido ese gran país; de la barbaridad ésa que han cometido, y que
> (hoy tiene a México como lo tiene)...
>
> –Hay desconfiados de uno y otro bando que insisten en que detrás de su
> carambola hay otros propósitos.
>
> –No. Yo no tenía planeado escribir lo que escribí; no estaba en mis
> planes. Yo tengo agenda libre.
>
> –Pues levantó una gran polvareda, le aviso. Lo acusan de haber
> desatado todo un escándalo político y le llueven las críticas porque
> dicen que ya sea para bien o para mal, usted, comandante, se ha metido
> en el proceso electoral mexicano…
>
> –¡Ah! ¿Sí? –pregunta muy animado–. ¿Así que hay críticas contra mí?
> ¡Qué bueno, qué bueno! ¡Mándamelas! ¿Y de quién son las críticas?
>
> –De muchos, menos de uno. El único –de los involucrados– que no ha
> dicho una sola palabra es Carlos Salinas…
>
> –Porque es el más inteligente, siempre lo fue, además de más hábil
> –dice exhibiendo una sonrisa maliciosa… Por su expresión, pareciera
> que ya está esperando la respuesta de Salinas. A lo mejor, hasta en un libro.
>
> Luego, pasa a repetir algunos pasajes de sus Reflexiones: que si
> Salinas había sido solidario con Cuba, que si cuando (1994) actuó de
> mediador (designado por Clinton) entre Estados Unidos y la isla “se
> portó bien y fungió realmente como mediador y no como aliado de
> Estados Unidos…”
>
> Cuenta que cuando Salinas obtuvo del gobierno cubano la aceptación
> para refugiarse en ese país y hasta adquirir legalmente una casa se
> veían con determinada frecuencia e intercambiaban puntos de vista, etcétera.
>
> –Llegué a pensar que él nunca trató de engañarme –dice socarronamente.
>
> –¿De veras? –pregunto. ¿Acaso Salinas comentó o consultó con él la
> decisión de su gobierno de abrirse a la relación con organizaciones
> terroristas declaradas, como era el caso de la Fundación Nacional
> Cubano Americana creada con el exclusivo propósito de derrocar al
> régimen castrista y asesinar a su presidente, Fidel Castro?
>
> Por primera vez en la historia de las relaciones entre los dos países,
> un gobierno de México abría las puertas de la casa presidencial a
> Jorge Mas Canosa, a la sazón presidente de esa organización
> paramilitar, vieja enemiga de la Revolución cubana.
>
>
> Andrés Manuel López Obrador, en asamblea el 25 de julio pasado en el
> Zócalo de la ciudad de MéxicoFoto María Meléndrez Parada
> Lo que usted trajo a esta casa fue a un asesino, le dije a Carlos
> Salinas en aquella ocasión, durante una entrevista con La Jornada.
> Salinas asintió con la cabeza, concediéndome razón. Pero de inmediato
> se justificó diciendo que lo que buscaba su gobierno era participar,
> con la pluralidad cubana, en el diálogo que se estaba realizando para
> acercar a las partes.
>
> Quiero decirle que México es sumamente respetuoso de los procesos
> internos que decidan los cubanos, aseguró entonces.
>
> Pero lo que suceda a Cuba no va a ser ajeno a los mexicanos; los
> mexicanos no podemos estar ausentes de las transformaciones que se den
> en ese país porque repercutirán en México, en toda Latinoamérica.
> Tenemos que mantener esta comunicación con todo el abanico de
> opiniones... (La Jornada, agosto de 1992).
>
> –¿Opiniones? ¿México necesitaba la opinión de un criminal para
> enriquecer su diálogo con los países vecinos? –inquiero ahora.
>
> Fidel ha bajado la cabeza y pregunta como para sí mismo:
>
> –¿Por qué nos hizo eso? “Él se había portado como amigo de Cuba. Con
> él se arreglaban los asuntos políticos o económicos pendientes, en
> fin... Daba la impresión de que no tenía problemas con nosotros.
>
> ¿Por qué demonios tenía que recibir al bandido ése?, se pregunta un
> tanto desconcertado.
>
> Pero no quiere manifestarse más. Hace rato que había dado vuelta a la
> página o la había reservado para el momento en que –tras el balance
> obligado– decidiera hacer del conocimiento público la terminación de
> su relación con el ex presidente mexicano, como ocurrió con su
> Reflexión El gigante de las siete leguas.
>
> –Cuba nunca quizo entregar la documentación filmada que probaba el
> complot contra López Obrador, como se lo demandó en su momento el PRD.
>
> –En eso no los podíamos complacer –explica–. Enviamos toda la
> documentación a la autoridad que solicitó la extradición (la
> cancillería mexicana). Otra actitud no habría sido seria –subraya.
>
> Luego, Fidel enfermó gravemente y ese asunto, como muchos otros,
> habría tenido que esperar.
>
> –¿Por qué la mención a López Obrador en estos momentos casi prelectorales?
>
> –Porque yo tenía una deuda con él. Yo quería decirle que (aunque no
> accedió a entregarle la documentación que solicitó) no estábamos en
> ningún complot en su contra, ni (estuvimos) ni estamos coaligados con
> nadie para hacerle daño. Que como dije en mi escrito, me honro en
> compartir sus puntos de vista.
>
> –Ahí es precisamente donde dicen que le dio el beso del diablo, comandante.
>
> –Así que ni hablar de invitarlo a visitar Cuba, ¿verdad? –dice
> sonriendo pícaramente–. Estaría arriesgando mucho, ¿no es así? Le
> caería encima toda la pandilla ésa, para desacreditarlo y quitarle votos.
>
> –Como hace 50 años, en los primeros tiempos de la Revolución, en que
> viajar a Cuba era toda una osadía. Una foto en llegadas o salidas del
> aeropuerto de México hacia La Habana podía costar persecución, golpes,
> cárcel...
>
> Fidel mantiene su risita ésa, y aconseja:
>
> No se preocupen tanto ustedes los mexicanos por estas cosas. Todo eso
> va a cambiar. No albergo la menor duda de que más pronto de lo que
> imaginan habrá en México grandes cambios.
>
> _______________________________________________
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> Solidaridadconcuba@listas.mmsc.laneta.apc.org
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